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Insights

El asesinato de tres lesbianas en Argentina señala la necesidad de prestar atención a la violencia contra las LBQ

Region(s)

Type

Commentary

Author(s)

Andre Rivas
Laura Piazza
Published Date

Este comentario fue coescrito con Andre Rivas, miembre del Comité Consultivo de LBQ Connect de Outright International. Rivas es lesbiana no binaria y presidenta de la Asociación de Familias Diversas de Argentina (AFDA).

En las primeras horas del lunes 6 de mayo de 2024, Justo Fernando Barrientos arrojó un cóctel molotov en una habitación de un hotel de inquilinato en Buenos Aires, Argentina, donde vivían cuatro mujeres lesbianas, incendiándolas a ellas y a su hogar. Pamela Fabiana Cobbas y su pareja Mercedes Roxana Figueroa, ambas de 52 años, vivían en la habitación, y Sofía Castro Riglos, de 50 años, y Andrea Amarante, de 43 años, estaban residiendo temporalmente con ellas. En el transcurso de una semana, Pamela Fabiana Cobbas, Mercedes Roxana Figueroa y Andrea Amarante murieron debido a las quemaduras. Sofía Castro Riglos, la única sobreviviente, se estaba recuperando de sus heridas al momento de escribir este artículo.

Barrientos, el atacante, vivía al lado de las mujeres. “Ya las había amenazado una vez”, dijo otro residente del inquilinato, Diego Hernán Britez, al medio Presentes, refiriéndose a Cobbas y Figueroa. “Fue la última Navidad. Les dijo que las mataría a las dos, y mira lo que pasó ahora”.

¿La razón de los asesinatos? Según Britez y otras personas testigos, el atacante apuntó a las víctimas por su orientación sexual. Se sabía que las llamaba “monstruos” por ser lesbianas. Cobbas y Figueroa habían presentado previamente denuncias de acoso contra él en una oficina gubernamental de asistencia legal, pero no se tomaron medidas claras para prevenir una escalada de violencia.

La evidencia no solo indica premeditación sino también el nivel de odio del atacante. El ataque fue premeditado y llevado a cabo mientras las mujeres dormían, aprovechando su vulnerabilidad durante la noche. Personas testigos habían reportado amenazas anteriormente, y el perpetrador había ensamblado deliberadamente una bomba incendiaria casera para ejecutar su plan. Las personas que dieron testimonio también relataron que cuando las mujeres salieron de la habitación en llamas, el atacante comenzó a golpearlas y las empujó de nuevo hacia adentro. La vulnerabilidad económica de estas mujeres aumentó significativamente su riesgo. Residir en condiciones precarias con recursos financieros limitados las expuso a peligros mayores, incluida la violencia dirigida, haciéndolas especialmente vulnerables a daños adicionales.

Las mujeres lesbianas, bisexuales y queer (LBQ) viven en la intersección de la misoginia, la homofobia y el sexismo, lo que las expone a diversas formas de discriminación y violencia, incluyendo el matrimonio forzado, el acoso sexual y la violación homofóbica. La Comunidad de Lesbianas EuroCentroAsiática* publicó su Observatorio sobre la Lesbofobia en 2023, que describe el odio contra las lesbianas como estructurado en torno a tres factores sociales determinantes profundamente arraigados:

  1. “las lesbianas con su orientación sexual y expresión de género refutan las expectativas y estereotipos sociales sobre los roles de género ‘masculino’ y ‘femenino’,
  2. las lesbianas alteran las expectativas de que las mujeres estén ‘a disposición’ de los hombres, especialmente porque la sexualidad de las mujeres es ampliamente objetificada, y
  3. obligan a la sociedad a confrontar tabúes generalizados relacionados con la sexualidad femenina y con orientaciones sexuales no heterosexuales”.

Las inseguridades patriarcales que surgen de estos tres factores se vuelven particularmente peligrosas cuando los estados y otras instituciones refuerzan la idea de que las vidas queer no tienen valor, como lo ha articulado recientemente la administración de derecha de Javier Milei. Días antes de los asesinatos, el biógrafo de Milei describió la homosexualidad como “un comportamiento autodestructivo”. Otras personas funcionarias y de la política cercanas a Milei también han menospreciado a las personas LGBTIQ.

Las respuestas del gobierno a los asesinatos han equivalido a un gaslighting presidencial. Cuando una periodista le preguntó sobre el crimen de odio cometido contra cuatro lesbianas, el portavoz presidencial de Milei, Manuel Adorni, dijo: “No me gusta definirlo como un ataque hacia un grupo o colectivo específico; está mal; es terrible, reprobable, sea contra quien sea”. Esta posición ignora el hecho de que el crimen cometido está expresamente previsto en el Artículo 80 inciso 4 del Código Penal Argentino como un agravante para un homicidio cometido por “razones de género o por la orientación sexual, identidad de género o su expresión”.

El riesgo de violencia y crimen de odio se vuelve más agudo cuando se asocia con un entorno político en el que las autoridades públicas niegan los derechos y retienen servicios a quienes también son objeto de ataques violentos. Esta negación de derechos y servicios es lo que hace que el lesbicidio en Argentina no solo sea un terrible crimen de odio contra las mujeres LBQ, sino una llamada de atención sobre cómo el clima político en el país está alimentando la violencia misógina y homofóbica.

Desde ese día, el movimiento LBQ en Argentina ha estado buscando activamente justicia para las tres lesbianas que fueron asesinadas, impulsando el reconocimiento de un crimen de odio como un factor agravante debido a su orientación sexual, como lo evidencian los precedentes y declaraciones de varias personas que dieron testimonio en los medios. Además, apoyan la recuperación de Sofía Castro Riglos, organizando manifestaciones y desafiando la reticencia del Gobierno Nacional a abordar los crímenes de odio y los lesbicidios.

El crimen en Buenos Aires ha captado la atención debido a su extrema brutalidad, pero la violencia contra las mujeres LBQ es persistente, generalizada y, a menudo, poco denunciada. Algunas organizaciones están tomando medidas para abordar la vulnerabilidad de las LBQ ante la violencia. A principios de 2023, Outright International, que gestiona un programa llamado LBQ Connect que reúne a activistas LBQ de todo el mundo, realizó un mapeo y evaluación de necesidades entre las organizaciones que trabajan en la violencia contra las mujeres LBQ. Este ejercicio de mapeo mostró que, a pesar de los escasos recursos y la falta de apoyo político, las organizaciones lideradas por LBQ en todo el mundo están haciendo un trabajo innovador para llenar el vacío dejado por las autoridades públicas y documentar la violencia contra las mujeres LBQ, creando conciencia y brindando apoyo a las víctimas. Como se destaca en un informe de financiadores feministas sobre el financiamiento para iniciativas LBQ, estos grupos realizan su trabajo con un compromiso intenso y muy pocos recursos, a menudo en circunstancias duras y represivas.

Aun así, las mujeres LBQ siguen estando desproporcionadamente subrepresentadas en roles de liderazgo y toma de decisiones tanto en los movimientos LGBTIQ como feministas, lo que resulta en que los problemas que las afectan – como la violencia de género, la autonomía corporal, el matrimonio forzado y la desigualdad económica – sean invisibilizados y relegados en comparación con otras prioridades. Como se destaca en un informe reciente de Human Rights Watch, la violencia contra las mujeres LBQ es a menudo una subcategoría de abusos más amplios contra las personas LGBTIQ o abusos contra las mujeres, lo que presenta a las mujeres LBQ como una variación de un tema que no está hecho para ellas y perpetúa su marginación e invisibilidad. Los movimientos LGBTIQ y feministas necesitan más mujeres queer en roles de liderazgo, y las iniciativas LBQ necesitan más recursos, no solo para permitir que las mujeres queer vivan vidas plenas, sino también para proteger a las mujeres queer marginadas que las autoridades públicas han abandonado y olvidado.

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